martes, 15 de mayo de 2018

Sociedad consumista y reserva fraccionaria.

En la presente entrada me dispongo a dar mi opinión personal de porque vivimos en una sociedad consumista. Mis conclusiones están basadas en juicios sintéticos a priori, o mejor dicho, en mi propia opinión y concepción de las cosas, sin una serie de datos estadísticos que apoyen mi valoración. 

En el siglo XX se dió un cambio importante entre la sociedad clásica del siglo XIX donde estaba extendida cierta idea de Laissez Faire, dando paso a una idea más social donde predomina el estado del bienestar. No voy a dar una opinion de si considero que el estado debería participar más en la economía en forma de regulaciones y coacción. Pero si voy a exponer de porque considero que una intervención en un mercado tan importante como el monetario, es la que provoca la existencia de esta sociedad consumista.

La legalidad de la reserva fraccionaria, que desde el punto de vista del derecho, no es más que una apropiación indebida de los depósitos, pero que hoy día se mantiene como una práctica legal y plenamente permitida, se ha extendido en los últimos años en un alto porcentaje, sobre todo desde la llegada de tecnologías informáticas que permiten un proceso automático y controlado en el manejo de esta reserva. Es decir, con la llegada de los ordenadores, los bancos han comenzado a prestar cada vez más dinero sacando este de las cuentas de sus depositantes. 

Pensemos por un momento que en una economía sana la producción debería ir encaminada a satisfacer las necesidades del consumidor, ya que el incentivo del empresario es ofrecer a sus clientes lo que necesitan. Sin embargo, la extensión de la deuda masiva por el conjunto de la economía produce un nuevo incentivo basado en la necesidad de devolver la totalidad del préstamo y solicitar otro con bajo tipo de interés para explotarlo y obtener beneficios. Esta capacidad productiva basada en pasivos financieros crea la necesidad en las empresas de introducir prácticas que incentiven un consumo elevado y constante para poder hacer frente a su alta deuda, creándose así prácticas que limitan la vida de sus productos con el conocimiento de que las personas volverán a comprar el mismo producto poco tiempo después.  

Los depósitos de toda la sociedad, que las personas del común piensan que están ahorrando, se están usando para financiar proyectos de inversión o de consumo por parte de empresas o personas con una gran capacidad de solicitar préstamos, los cuales el banco da en gran cantidad a personas que demuestran tener capacidad para devolverlo o que hacen uso de este en la creación de grandes empresas que supuestamente obtendrán grandes retornos. Sin embargo, una gran parte del dinero generado también va a parar en inversiones que mantengan la capacidad adquisitiva del inversor, por ejemplo, la compra de inmuebles, los cuales cada vez aumentan más de precio, y cada vez son más caros en términos de proporción renta-precio para el conjunto de la población. Tenemos así otro resultado derivado del uso de la reserva fraccionaria, el acaparamiento de activos por parte de personas con gran capacidad de adquirir préstamos, los cuales hacen uso de este para aumentar su poder adquisitivo, derivando en el traspaso de riqueza de una población que intenta ahorrar, hacia otra que invierte enormes cantidades de dinero ajeno en un proceso de redistribución del dinero.

Esta práctica es la que en última instancia está generando la necesidad de consumo continuo y constante que muy posiblemente tendrá enormes perjuicios para el conjunto de la sociedad en el futuro. Ya que los incentivos de la sociedad han cambiado de una necesidad de ahorro, a una necesidad de gasto e inversión basada en los préstamos recibidos, dando una gran importancia al sector bancario en la actualidad, ya que si permitimos que los bancos quiebren por su mala práctica, estamos hundiendo un sistema que de por sí es insostenible, pero que si se deja caer totalmente creará un enorme sufrimiento en el conjunto de la economía. La mayor parte de la sociedad tampoco tiene una capacidad a futuro para ver los problemas que se generan con esta práctica o la necesidad de un cambio para ahorrarnos más sufrimiento, debido a esto, la práctica no acabará, el gobierno no está interesado en parar esta situación, pero no solo porque no interese desde un punto de vista político de perder las elecciones, sino de forma estructural, ya que el estado históricamente ha sido el beneficiario en segunda instancia del uso de la reserva fraccionaria.

Es claro que hoy día el estado es, aparte del banco, el más interesado en esta práctica. Ya que de esta forma el estado se garantiza la compra de su deuda, porque debido a unos tipos de interés tan poco rentables en comparación  con las rentabilidades ofrecidas por el mercado privado, pocas personas están dispuestas a adquirir estas emisiones, tan necesarias para mantener hoy día un estado del bienestar enorme que acapara casi el 50% de las economías occidentales. Es por esto que no se hacen esfuerzos en la regulación y prohibición de una práctica que en otros sectores es claramente ilegal y está penada por ley. Por poner un ejemplo, un almacén de grano que use el grano depositado en su empresa para prestarlo en beneficio propio a costa del depositante es una práctica penada por la ley.

Nos enfrentamos así a un proceso del que se habla poco, incluso entre los economistas no existe tan siquiera la más mínima preocupación por esta práctica. Sin embargo, si pensamos un poco y tratamos de deducir en lo que deriva nos queda claro que deberíamos poner límites a esta forma de redistribución de riqueza.

Se que este punto de vista no es compartido por la mayor parte del mundo económico, así que tenéis completa libertad de opinar sobre esta entrada en los comentarios de más abajo. 


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